Indudablemente, el centro de partida para esta colección fue la década de 1980. Esto se hizo evidente tanto en la estética del espacio, como en el diseño de las prendas y la interacción que se veía entre las modelos. Este último aspecto, fue uno de los que Viard más quiso destacar, logrando una puesta en escena retro y divertida.

La colección estuvo llena de cortes clásicos de la casa como los trajes en tweed, faldas y chaquetas. Además, estos dialogaron con piezas diferentes como trajes de baño y vestidos con mucho vuelo. Como siempre, el tweed tuvo un papel protagónico en este desfile el cual en esta oportunidad se mezclo con algunas piezas de cuero y textiles livianos. La paleta cromática fue una mezcla única entre básicos, como el negro y el blanco, y tonalidades pasteles.